Toda mi vida profesional ha estado dedicada a la tecnología, especialmente a la que hace referencia a las tecnologías de la información (TI), lo cual me ha reportado la oportunidad de vivir diversas revoluciones tecnológicas. Indudablemente la tecnología ha sido uno de los factores más importantes en el desarrollo y elbien estar de la humanidad y, en muchos aspectos, considero que ha sido más importante quela política; Internet así lo demuestra al menos hasta la fecha (2018) y pese a la cada vez más intensa campaña de gobiernos, empresas y malhechores por privatizarla y condicionarla a sus intereses espurios. El 14/12/2017 Donald Trump a través de la Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU(FCC) revocó una norma aprobada por ese mismo organismo en 2015, en la que garantizaba que ningún operador de comunicaciones permitiese un acceso discriminatorio a un servicio de terceros a través de Internet. Quedaba así liquidada la llamada ‘neutralidad de la red‘, un principio formulado en 2003 por Tim Wu, profesor de la Universidad de Columbia y que establece que todos los datos que circulan por una red deben ser tratados igual. Es decir, que no debe haber diferencia entre conectarse a Facebook, a Twitter o a cualquier otra empresa online.
«Si se discrimina el tráfico, los derechos de los usuarios se ven comprometidos, se vulnera el derecho a la igualdad y por tanto la libertad» – Carlos Sánchez Almeida
Pienso en la revolución que ha constituido el vapor, la electricidad, el teléfono…. Pero pequeños electrodomésticos también han aportado su revolución incuestionable; recuerdo una visita que realicé a un pueblo en donde las mujeres, en pleno invierno y en el margen de un rio de aguas corrientes y gélidas, lavaban la ropa; a mano, arrodilladas hacia adelante, ajenas a las bajas temperaturas y al tremendo esfuerzo que infligía la posición del cuerpo, un verdadero martirio… Inevitablemente pensé en la lavadora y la secadora y en el beneficio que han reportado a la humanidad, especialmente a la población femenina, en épocas en donde, como en este pueblo, lavar la ropa era una labor atribuida exclusivamente a ellas.
No menos importante ha sido la nevera, la radio, y un sinfín de aparatos que a estas alturas ya nadie pone en duda su beneficio para la economía y el bien estar humano.
Obsolescencia programada
Hubo un tiempo en el que los aparatos duraban eternidades, algo que a nadie le extrañaba ya que todos considerábamos que así debería ser; uno no gastaba un dineral comprando una lavadora para que durase cinco años. Y así much@s, o al menos l@s que ya contamos con una edad, recordamos las lavadoras de nuestros padres que han durado 30 o más años – y algunas retiradas simplemente por el afán de modernidad más que por una avería – o la nevera que no caducaba nunca…
En un viaje reciente a una aldea africana recuerdo haber visto una nevera que todavía funcionaba con queroseno, en pleno funcionamiento y llevaba ya casi 70 años funcionando, en una región y clima especialmente agresivos con el equipo; se abría el depósito, se llenaba de combustible, se encendía la mecha y a funcionar sin electricidad.
En Estados Unidos una lámpara, idéntica a las que tenemos en casa, instalada en 1901 en un cuartel de bomberos lleva funcionando 100 años mientras que las actuales, equipadas con la bochornosa Obsolescencia Programada, a duras penas alcanzan los cinco años.
En la época moderna y coincidiendo con el desarrollo de la informática, llegó la Obsolescencia Programada; ahora los aparatos había que cambiarlos cada cinco años (eso sí, sin previa información a los consumidores), y en la actualidad casi cada año o bien en la cantidad de uso predeterminada por el fabricante.
Claro que no podemos obviar el desarrollo tecnológico; una pléyade de ingenieros, técnicos, universidades…, están ocupados en desarrollar mejores sistemas , mejores e más potentes equipos, nuevos materiales, pero tampoco se puede obviar que la mayoría de los casos de muerte de los aparatos por obsolescencia asienta mas en las necesidades comerciales que en los cambios evolutivos reales. La lavadora actual, en sus fundamentos, todavía se basa en las lavadoras de hace treinta años y lo mismo ocurre con neveras , radios, el motor a combustión, etc.…
Claro que el paso del televisor analógico al televisor LCD ha sido una verdadera revolución que rozaba la necesidad: menos espacio, menos consumo eléctrico, mejor imagen color y sonido… pero en pocos años hemos pasado del LCD y el plasma al LED, HD, 4k, 8k…. Quizás hubiese sido mucho más económico y útil pasar del LCD al X00x K directamente. Compramos televisores 8K cuando la mayoría de las televisiones todavía no transmiten siquiera en HD.
Recuerdo aquel ingeniero de «S» que me informaba acerca del ultimo modelo de camera de video que su marca presentaba al mercado “…es igual que la del año pasado pero le hemos dado un vestido mas estético … “ al final de lo que se trataba era, y es, de un cambio de vestido antes que una mejora real y sustantiva.
Con la obsolescencia programada hemos rozado el rizo y hemos encumbrado la piratería y la estafa al rango de evolución tecnológica. Construir una impresora que caducará o dejará de funcionar cuando hayas impreso x hojas, o bien un aparato que deja de funcionar cuando cumple x años es una estafa. Lo increíble es que las empresas que así actúan – una gran parte de las tecnológicas – no sean sancionadas ni por los gobiernos ni por los consumidores aunque en la actualidad ya se atisban cambios al respecto. Francia introdujo en el 2015 una ley que sanciona con penas de hasta dos años de prisión y una multa de hasta un 5% de la facturación para quienes apliquen la obsolescencia programada. Este año (2018) la Fiscalía de la Republica Francesa ha decidido encauzar a la multinacional Epson a raíz de la denuncia interpuesta por HOP (Halte à l’obsolescence programmée) y que se extiende a Hewlett Packard (HP), Cannon y Brother.
En la actualidad también está bajo investigación apple por una denuncia de la Asociacion de consumidores francesa y llevada a cabo por la Dirección General de la Competencia, del Consumo y de la Lucha Contra los Fraudes (DGCCRF).
Bajo el punto de vista de la obsolescencia programada deberíamos comprar todos los aparatos que usamos – nevera, lavadora, secadora, cocina, cepillo dental, coche, casa… cada cinco años.
Haría falta que todos fuésemos multimillonarios ello a banda de que con tal praxis, agotaríamos rápidamente el planeta, algo actualmente en ciernes, llevando la existencia humana en el planeta al borde de la extinción, así como la de algunas especies de la fauna y flora que continúan desapareciendo a marchas forzadas víctimas de la depredación de los recursos ambientales. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cifra en 1.000 las que se encuentran en peligro de extinción y en 17.000 las amenazadas.
No solo constituye una estafa más también un despilfarro inadmisible.Creo que sería más práctico y económico para un fabricante hacer una lavadora con una durabilidad infinita; a cambio, por ejemplo, de un contrato de mantenimiento anual; se subsanarían los problemas que pudiese surgir por la utilización de la maquina y en el momento que surgiese una verdadera revolución seria el momento del cambio. De esta forma el fabricante no perdería el cliente y contaría con una entrada constante y segura de capital. Por el contrario, si tengo que comprar una lavadora cada cinco años con toda probabilidad la compraré de una marca diferente a la anterior. Pero aun comprando una lavadora cada cinco años al mismo fabricante, probablemente le sería mucho más rentable el sistema de la lavadora perpetua puesto que la maquina seria desarrollada para evitar una obsolescencia de materiales y mientras , el consumidor pagaría un seguro anual.
Averías premeditadas
No menos estafa es la venta de equipos defectuosos por insuficiencia de pruebas pre producción; en su afán de contrarrestar la competencia, a menudo se lanzan al mercado productos que no han sido suficientemente probados lo que muy a menudo conlleva el mal funcionamiento, lo cual queda impune, en la mayoría de los casos.
Recuerdo aquel cliente que gastó una millonada en una impresora para gráficos. Al instalar los drivers – pequeños programas del fabricante para adecuar la impresora al ordenador y al sistema – Windows simplemente dejaba de funcionar sin remedio alguno. Tenías que volver a instalar todo el sistema operativo, seguido de los drivers y aun así, en diversas ocasiones y al instalar los programas, la cosa redundaba en un desastre. Cuando te dirigías al fabricante la culpa era tuya y pese a la sucesión de las diferentes versiones de los drivers la cosa no mejoraba sustancialmente. Un año después de su lanzamiento desapareció del mercado pero ningún cliente fue compensado por el desaguisado.
Se llega al punto de producir manuales, que deberían explicar adecuadamente el funcionamiento del equipo, inservibles; o bien no son traducidos, están en un lenguaje que muchas veces ni los técnicos las entendemos o simplemente te expone funcionamientos no existentes en el equipo que acabas de adquirir.
Todos, consumidores y técnicos, hemos vivido circunstancias semejantes en multitud de compras; ha pasado con lavadoras, ordenadores, cameras fotografías y de video, coches…
Pero en algunas ocasiones esta práctica, altamente lesionadora de las economías de los consumidores, atingen proporciones bíblicas; ha pasado, por ejemplo, en diversas ocasiones con las Windows… Todos recordamos las Windows Vista estrepitoso desastre, seguidas de las 7, las 8, nuevo fracaso 8.1, las 10 … (¿alguien ha vista las 9?)con repercusiones en millones de usuarios.
Si cambiar el sistema operativo en un pc ya conlleva un elevado gasto económico para el cliente, cambiarlo a nivel de empresa constituye una ruina; la actualización no tan solo implica el cambio de programas, en su mayoría caros, mas también en multitud de horas perdidas por parte de las plantillas de empleados, perdidas de información y un largo etc. de problemas.
Existen varios casos documentados de empresas que se han arruinado debido a la mala aplicación de los sistemas informáticos o bien por actualizaciones extremadamente accidentadas.
Hemos pasado del 3G al 4G y el 5G sin que las empresas siquiera tuviesen tiempo para amortizar el gasto millonario que supone extender una red de telefonía móvil 3G.
La pléyade de situaciones descritas es digna de una hoja en la historia de la humanidad.
Seria de lógica que la compra de un aparato fuese determinada por la necesidad que pretendemos solventar con el mismo; compro una lavadora porque tengo que lavar la ropa, un teléfono porque tengo que comunicarme, pero a nadie se le ocurriría comprar un camión para llevar la familia de paseo… o si.
La mayoría de Smartphones actuales son verdaderos ordenadores cuya potencia supera muchas veces la potencia de procesamiento requerida por equipamientos complejos; un Smartphone de mil euros que, aparte de hacer llamadas, lo usamos para compartir chistes vía whatsapp no deja de ser un camión para transportar la familia de paseo ya que el 90 % de la población que lo usa no llega a superar el 10% de la capacidad de procesamiento de la máquina. El uso de tanta y tan cara tecnología para limitarse a visionados de YouTube o el envío de absurdos whatsapp constituye un despilfarro monumental.
La tecnología deja así de constituir una mejora para el bien estar de la humanidad pasando a constituir un peligro ya no tan solo por las implicaciones que devienen respecto del tratamiento que está dando a nuestros datos privados mas también al riesgo cada vez mayor del robo de nuestras cuentas bancarias.
En este blog trataremos de los problemas sobre tecnología pero mayormente de aquellas que nos puedan ser útiles con un compromiso claro; no ser correa de transmisión de los fabricantes y sus aparatos inútiles. Se trata de que seamos conscientes de las necesidades reales que pretendemos solventar con la compra de un aparato y asegurarnos de que realmente la compra satisfará esa necesidad, velar por el uso inteligente de la tecnología.