La Xunta acude al rescate del Algarrobico gallego para evitar su demolición
A diferencia del Algarrobico, el macrocomplejo hotelero con balneario de agua marina de Oia (Pontevedra) es completamente ilegal. No tan agresivo con el paisaje como el famoso hotel almeriense, pero igualmente invasivo –ocupa el dominio público y vertió sus residuos libremente durante años–, el Hotel Talaso Atlántico es objeto de controversia urbanística y judicial desde su inauguración en 2003. Sobre él pesa una orden de demolición y la anulación por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) de todas las licencias que lo hicieron posible. Pero la Xunta y el Ayuntamiento agotan todas las vías legales a su alcance para salvar el establecimiento de la piqueta.
El último cartucho para evitar la demolición consiste en un plan especial de infraestructuras y dotaciones para la instalación de talasoterapia, un instrumento que estudia ya la Xunta y que fue presentado por el gobierno local de Oia, municipio en el que no hay más servicios de tratamiento con agua del mar que el propio hotel. El documento, que ha costado 9.000 euros y permanecerá a exposición pública hasta el 20 de enero, es un intento declarado de encontrar un encaje legal al polémico centro hotelero. “Estamos intentando ver cómo se puede encajar lo que hay allí en la legislación vigente para que, a efectos de una posible responsabilidad patrimonial, cause el menor daño posible al Ayuntamiento”, expone la alcaldesa, Cristina Correa.
Ese resquicio que Xunta y alcaldesa esperan que sirva para rescatar el Talaso es la nueva Ley del Suelo de Galicia, que autoriza “construcciones y rehabilitaciones destinadas al turismo que sean potenciadoras del medio donde se ubiquen”, y otro documento autonómico, el Plan de Ordenación del Litoral, que considera la talasoterapia como “uso autorizable en suelo rústico”.
El interés de la Xunta por salvar la infraestructura hotelera es coherente con la profusión de recursos públicos que se canalizaron hacia el establecimiento. Durante su construcción, el Gobierno de Fejóo destinó 4,5 millones de euros al proyecto, de los que 3,8 millones fueron concedidos a través del Instituto Galego de Promoción Económica (Igape), el brazo inversor de la Xunta. A esa cantidad se sumaron otros 740.000 euros que aportó la Consellería de Cultura y Turismo como compensación por los perjuicios derivados del hundimiento del Prestige, ante un eventual descenso del número de turistas que pudieran ser ahuyentados por la marea negra.
Después llegaron ayudas menores, como una de 12.112 euros para “incrementar la capacidad innovadora de las pymes, contribuir a su crecimiento sostenible y, en consecuencia, favorecer el empleo y la generación de riqueza”. Esta última fue concedida en 2012, cuando el Talaso –que ocupa también parte del término municipal de Baiona—ya había sido declarado ilegal por el alto tribunal gallego.
El hotel, con una plantilla de medio centenar de trabajadores, se levantó en una parcela que las normas subsidiarias que rigen el municipio desde 1996 califican de suelo no urbanizable. El Ayuntamiento otorgó los permisos de construcción en el año 2000, conforme a una ordenanza que modificaba las condiciones urbanísticas del terreno pero que no llegó a aprobar de manera oficial. Las instalaciones del hotel ocupan una superficie de 32.000 metros cuadrados.
La orden de derribo está encima de la mesa del Ayuntamiento de Oia desde 2009, cuando era alcalde Alejandro Rodríguez, pero a esa instancia le siguieron otras como la que en diciembre de 2012 amenazaba al regidor con multas periódicas si se seguía resistiendo a la demolición. Las sanciones coercitivas regresaron hace dos años, cuando el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Pontevedra Número 3 advertía a la actual regidora, ante “la absoluta desidia manifestada” en el cumplimiento de la sentencia.
Tras la primera sentencia en contra, el Ayuntamiento y la empresa propietaria presentaron en 2012 un recurso al TSXG, que ratificó el fallo judicial. En aquella ocasión, la apelación se basaba en una reforma de la Ley de Vivienda de Galicia, que obliga a abrir un procedimiento de responsabilidad patrimonial para compensar a propietarios de viviendas con una licencia declarada ilegal posteriormente. El tribunal la rechazó porque ni siquiera se respetó ese permiso ilegal. “No se alegó ni resulta de lo actuado que se obró ajustándose a la licencia concedida y anulada”, recoge la sentencia.
El nuevo intento de recuperación del hotel ilegal se fundamenta básicamente en la importancia turística del establecimiento. La introducción del plan especial a exposición pública apela a “la relevancia que tiene para el turismo del Ayuntamiento”, dado su “carácter impulsor de actividad turística en el medio rural”. El documento propone así darle un “encaje” en normativa urbanística aplicable, en orden a permitir “el mantenimiento de la actividad de talasoterapia, la cual resulta de gran interés para el municipio”. Y añade la intención de evitar “eventuales perjuicios al Ayuntamiento, que se pudieran derivar de la demolición íntegra de la instalación”.
La vía de la legalización mediante un plan especial de infraestructuras y dotaciones para la instalación de talasoterapia fue sugerida por la propia Xunta, que se dirigió al juzgado, a través de la Jefatura Territorial de Urbanismo, con un informe con su propuesta para una posible legalización. Para ello, apostaba por la aprobación de un plan como el que ahora se encuentra a exposición pública, “en el que se deberá acreditar y justificar el cumplimento de las condiciones generales de las edificaciones en rústico”.
El interés del Ayuntamiento en salvar el Algarrobico gallego no es solo turístico. Como el anterior alcalde, la actual regidora trata de evitar el pago de una cuantiosa indemnización a los propietarios del hotel, que ya en 2010 presentaron un informe pericial que tasaba la compensación económica en caso de demolición en 17,4 millones de euros por la concesión del permiso anulado. La cifra no incluye el coste de los trabajos de demolición, desescombro y reposición de la situación paisajística original, una operación de cientos de miles de euros que, en opinión de la propiedad, correspondería abonar al Ayuntamiento.
Publicado por El Confidencial – Pablo López. Vigo el 07/12/2019